No había pasado aún una semana desde que volví de Grecia, con los días justos para lavar la ropa, realizar algunas entregas de trabajos (el fin del semestre se acerca) y ultimar unos cuantos detalles, el viernes 28 de enero después de comer nos dirigíamos hacia Cracovia, a pasar el fin de semana.
El viaje en tren fue pesado, no sólo por las 3 horas y media que dura el viaje, también por las circunstancias que lo rodearon. Cuando uno viaja un poco con la PKP polaca va aprendiendo cosas. Es fundamental saber elegir los trenes (en cuanto a horarios) y saber cómo actuar al subirse a los mismos. Opole es una estación secundaria, no baja-sube demasiada gente, al menos no en los inter-regionales, lo cual hace difícil encontrar asiento hasta llegar a una estación principal (véase Gliwice, Katowice, Wrocław...). Dicha dificultad es mayor si el grupo es numeroso.
En esta ocasión los compañeros de viaje, mis queridos portugueses, eran prácticamente novatos en lo de viajar por Polonia, la novatada se pagó: cogimos un tren interregional en lugar de un TLK, lo que disminuía las probabilidades de encontrar asiento; además, no estuvimos avispados al entrar por lo que nos tocó ir de pie. Del grupo de nueve fueron sentándose las chicas a la media hora, luego otras encontraron asiento tras una hora de viaje. Los tres varones permanecimos de pie en el pasillo hasta la estación de Katowice por la que pasamos algo más de dos horas después de salir de Opole. Es lo que tiene ser un caballero (xD). En serio, hay que estar más atento, al final todos nos sentamos, pero desperdigados y tras tragarnos largo rato de pie.
Con la noche encima llegamos a Cracovia, paseo hasta el hostel al lado del Rynek. Nos alojamos en el Mama's Hostel, un sitio bastante limpio, muy céntrico, calentito, acogedor, con un buen desayuno, ambiente "backpacker" joven y bastante asequible de precio (unos 45 zł por noche).
En el mismo hostel contratamos las visitas a Auschwitz y las Minas de Sal de Wieliczka, tenían un acuerdo con la empresa Cracow City Tours y nos hicieron un precio especial por estudiantes y clientes del hostal, 150 zł ambos viajes incluyendo desplazamiento, entradas y guía. Si bien existen opciones más baratas yendo en tren y pagando la entrada aparte, se invierte mucho más tiempo y el ahorro por un lado no compensaba el tiempo invertido por otro.
Una vez instalados y con las visitas reservadas y programadas salimos a cenar y a dormir pronto pues al día siguiente madrugábamos.
Kraków amaneció con una ligera nevada y 14º bajo cero (hace una semana estaba yo en Grecia a 23º C...), de todos modos el frío es muy seco y se aguanta bien. Ponemos rumbo al Wawel.
Archidiócesis de Cracovia |
Caminando hacia el Wawel |
El Wawel es una pequeña colina que alberga la catedral y lo que fue un castillo, reconvertido, destruido y reconstruido varias veces (fue un punto estratégico en las dos guerras mundiales, tanto para Polonia, para el Imperio Austro-húngaro como para el III Reich).
La entrada al Wawel es gratuíta aunque entrar al conjunto catedralicio tiene un coste de 16 zł (precio estudiante) e incluye las cuatro partes de las que dispone la catedral.
La Catedral real y la maqueta |
En la cripta de la catedral se encuentra la tumba del ex-presidente polaco y su mujer, fallecidos en un accidente de avión en 2010. |
Cartel típico en toda polonia: Atención Coche |
Tras hacer una pequeña compra en un supermercado del centro nuestro grupo se divide. Unos fuimos a Auschwitz, otros se quedan en Cracovia pues ya lo habían visitado. El grupo que se quedó invirtió la tarde paseando por el centro, visitaron el Kazimierz (barrio judío) y el Wawel de noche.
Basílica de Santa María en el Rynek |
Nosotros, tras casi hora y media de bus llegamos a Oświęcim, localidad más conocida por su nombre en alemán: Auschwitz, que da nombre a su campo de concentración. Auschwitz, el campo, está dividido en tres zonas de las que se visitan dos: Auschwitz I y Auschwitz II - Birkenau. El primero es un campo relativamente pequeño, compuesto de una serie de barracones que cumplen la función de galerías, se visitan algunos de ellos en donde se explican los horrores que se cometían y se ven muestras de lo que allí quedó: pelo, zapatos, gafas, maletas...
Entrada al campo: "Arbeit macht Frei" "El trabajo hace libre" |
Doble perímetro de seguridad, electrificado |
Barracones y torres de vigilancia |
Cuidado. Alta tensión, peligro de muerte |
A unos tres kilómetros de allí, en la localidad de Brzezinka (en alemán Birkenau), se sitúa el campo Auschwitz II - Birkenau. Para quien no disponga de medio de transporte para llegar, con la entrada al campo, incluyen un servicio de bus que enlaza ambos campos. Realmente, el primer campo es más impactante que este segundo, del cual apenas quedan ruinas. No obstante, sólo de pensar que este lugar fue lo mismo que el otro pero a una escala enormemente mayor eriza el pelo. Lo que aquí se hizo entre 1939 y 1945 no fue sino una industria de la muerte y el exterminio humano.
Imagen típica de Birkenau, aparece en algunas películas como "El Pianista" |
Edificio de entrada al campo |
Recordando un poco la historia hemos de remontarnos a 1945. A principios de ese año, con el campo medio desmantelado por los alemanes en su repliegue hacia el oeste ante el avance del Ejército Rojo, quedaron allí unos 7600 prisioneros abandonados a su suerte. El 27 de enero de 1945 el ejército soviético toma el campo y libera a los prisioneros que allí quedaron. Nuestra visita al campo fue el 31 de enero, justo en las jornadas en que se conmemoraba el 66º aniversario de la liberación de Auschwitz.
El hecho del aniversario significa ver ingentes cantidades de visitantes, en su mayoría jóvenes, de distintos países de Europa. Desde Grecia, Italia, Hungría, los Balcanes, etc. viajan jóvenes de instituto en trenes hasta Auschwitz. Son visitas de homenaje a sus familiares y compatriotas desaparecidos y exterminados, viajando en el mismo medio (que no del mismo modo) que lo hicieron las víctimas. Todo un ejercicio de memoria histórica que tan bien nos haría a nuestro país y que parece que no tiene visos de llegar nunca.
El Tren de la Memoria, uno de los lazos y las velas de homenaje a las víctimas |
Cuando uno vuelve de Auschwitz lo hace con mal cuerpo, pero a la vez piensa que esa visita ha sido positiva, edificante e incluso necesaria. Se puede perdonar, y se debe hacer, pero quienes olvidan la historia están condenados a repetirla. Aunque Auschwitz es un teatro de los horrores, la visita es "obligatoria" para ser conscientes y no olvidar jamás a los extremos que puede llegar el ser humano.
Tras una noche movidita y una juerga inesperada tocó madrugón para encaminarnos a otro de los lugares de visita casi obligatoria en Cracovia: las Minas de Sal de Wieliczka. Se trata de un recorrido de algo más de tres kilómetros en el que se pueden contemplar estatuas de personajes históricos y míticos, esculpidas en la roca salina así como numerosas cámaras y capillas. Incluso hay un lago subterráneo. Una recomendación: si se tiene la posibilidad e visitarlas en temporada baja es, sin duda, la mejor opción. Según nos contó el guía, en temporada alta hay algunas estancias y espectáculos que se omiten debido a la gran cantidad de visitantes que reciben.
De las minas de sal no hay fotos, pues hay que pagar un derecho para fotografiar al cual nos negamos, ya que nos pareció excesivo, no por el precio (10 zł) sino porque ya habíamos pagado nuestra entrada y lo encontrábamos absurdo y abusivo.
Finalmente, de vuelta en Cracovia, fuimos a almorzar y a la estación de tren. Casi cuatro horas de viaje nos separaban de nuestra "casa".
Dragón en el Wawel |
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